Un estudio de ISGlobal revela que las ciudades con elevadas densidades poblacionales tienen una menor huella de carbono al diminuir los flujos de tráfico motorizado. En cambio, tienen peores condiciones ambientales, al tener una mayor exposición a la contaminación del aire y al calor extremo, afectando negativamente la salud pública.
El estudio señala que la densidad urbana contribuye a reducir las emisiones de CO2 debido a la menor necesidad de transporte y al uso eficiente de la energía. Sin embargo, la alta concentración de personas y actividades en áreas reducidas incrementa la contaminación del aire local.
La metodología del estudio incluyó el análisis de datos de emisiones de gases de efecto invernadero, calidad del aire y temperaturas en diferentes ciudades compactas. Se utilizaron modelos estadísticos para correlacionar estos datos con indicadores de salud pública y bienestar. Además, se consideraron factores como el uso del suelo, el transporte y la infraestructura verde para evaluar su impacto en la calidad ambiental.
El estudio destaca la necesidad de implementar estrategias urbanas que equilibren la eficiencia energética con la mejora de las condiciones ambientales, promoviendo espacios verdes y reduciendo la contaminación del aire. Leer más.