Las partículas ultrafinas (UFPs por sus siglas en inglés) se definen como aquellas partículas presentes en el aire ambiente cuyo diámetro es inferior a 100 nm, cuya fuente principal es la emisión del tráfico rodado. Hasta hace poco tiempo, las técnicas y la legislación se centraban en determinar los niveles y efectos en la salud de las partículas de mayor diámetro, sin embargo, las partículas ultrafinas pueden tener una mayor toxicidad por unidad de masa ante la incapacidad de los bronquiolos de filtrarlas, llegando al torrente sanguíneo en mayor medida que las mayores. Por este motivo, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado una mayor vigilancia y límites de precaución en su concentración, fomentando el desarrollo de políticas que busquen mejorar la evaluación de la exposición a estas partículas.
En ciudades europeas, los vehículos diésel son responsables de la emisión de alrededor del 70% de partículas a través de los tubos de escape. Las partículas ultrafinas emitidas se deben a una combustión incompleta del combustible diésel en la cámara de combustión, de forma que en su composición se encuentra carbono negro, sulfato, cenizas metálicas del combustible e hidrocarburos derivados del aceite de motor, sustancias muy perjudiciales para la salud y el medio ambiente.
Para eliminar estas partículas la norma EURO 5, y más tarde la EURO 6, estableció como requisito legal que desde 2011 los automóviles nuevos y desde 2013 los vehículos pesados, tengan instalado un filtro antipartículas (conocido como “Diesel Particulate Filter, DPF”) como el de la figura. Se trata de un dispositivo diseñado para retener y posteriormente quemar las partículas sólidas contenidas en los gases de escape de los vehículos equipados con motor diésel, de forma que estableció un límite en el número de partículas emitidas por kilómetro.
Sin embargo, un reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de Birmingham, publicado en la revista Environment International, ha establecido que “los filtros más empleados actualmente no son efectivos contra las partículas más pequeñas”, como indica su investigador principal, el profesor Roy Harrison, debido a la baja reducción de su concentración en el periodo estudiado.
En la realización del estudio se emplearon datos de masa y número de partículas y carbón negro medidos mediante analizadores automáticos en la estación de monitorización de la calidad del aire situada en Marylebone Road (Londres), desde el año 2010 al 2021. Se trata de una carretera de seis carriles por la que circulan en torno a 80.000 vehículos al día, y por tanto, puede considerarse una zona con altos niveles de contaminación del aire.
Los resultados obtenidos indican en una primera fase que las concentraciones de los contaminantes analizados alcanzan un máximo durante las horas punta de la mañana y la tarde, para descender hasta su mínimo durante la madrugada cuando menor es el número de vehículos que transita por la zona. Este hecho se da en mayor medida durante los días laborales.
Establecieron también que la introducción de los DPF supuso un impacto notablemente beneficioso sobre las concentraciones de carbono negro, que disminuyeron un 81% entre 2014 y 2021, a diferencia de la concentración de partículas ultrafinas que solo se redujo en un 26% en el mismo periodo. Este ligero descenso en las partículas se debe a que los DPF tienen capacidad plena de tratar las partículas menores de 100 nm, pero el control de las partículas menores de 30 nm es aún deficiente, ya que no se redujo su concentración en absoluto, tal y como demuestra que la concentración de partículas ultrafinas obtenidas en Marylebone Road supera entorno a dos veces el umbral de valores “altos” establecido por la OMS, que se define en la Declaración de Buenas Prácticas (2021) como la concentración de partículas superior a 10.000 cm3. Este límite también se superó en zonas suburbanas de Londres, indicando que los filtros DPF instalados hasta el momento no son totalmente efectivos contra las partículas ultrafinas.
Según el profesor Roy Harrison, investigador principal del estudio, el cumplimiento de las recomendaciones de la OMS se alcanzará con un aumento en el uso de vehículos eléctricos y con el desarrollo de medidas adicionales enfocadas a reducir las emisiones de los vehículos diésel.
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