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Los efectos nocivos para la salud de los incendios forestales alcanzan cientos de kilómetros

En los últimos días los diferentes medios informativos han mostrado cómo el humo producido en los incendios forestales que asolan Canadá desde hace algunas semanas, ha llegado hasta varias ciudades de la costa este de Estados Unidos, produciendo un entorno exterior con una reducción de la visibilidad y una calidad del aire extremadamente mala, hasta el punto de que Nueva York se encuentra entre las ciudades más contaminadas del mundo en este momento. En España, durante la época estival se producen también un gran número de incendios forestales que empeoran la calidad del aire de su entorno y de zonas próximas.

                                      La Estatua de la Libertad está cubierta de neblina y humo causado por incendios forestales en Canadá (Fuente: Amr Alfiky, Reuters)

La calidad del aire depende mayormente de la concentración de partículas que hay en el aire ambiente (PM) y de la composición química de las mismas, que será diferente según la fuente de emisión que las produzcan, y que marcará también las consecuencias para la salud de las personas provocando enfermedades o agravando las ya existentes.

En el caso de los incendios, en función de lo que se queme (combustible) la composición de los humos contendrá unas sustancias u otras, creando una química tóxica propia que puede ser significativamente diferente entre distintos incendios y producir unos efectos diferentes. Por ejemplo, no será igual de perjudicial un incendio forestal producido en las inmediaciones de una zona urbana (con emisiones de vehículos y viviendas) que uno producido en un monte aislado. La composición química más general de los incendios forestales incluye compuestos orgánicos volátiles (COVs), monóxido de carbono e hidrocarburos aromáticos policíclicos HAPs), producidos a partir de la combustión incompleta de la biomasa.

Entonces ¿cómo se producen los efectos nocivos en la salud a consecuencia del humo de los incendios forestales?

La respuesta se encuentra en que la exposición al humo de los incendios forestales puede suprimir, cuando los niveles de sustancias nocivas son muy elevados, la función de los macrófagos alveolares, unas células pulmonares encargadas de recoger y eliminar las partículas. Esto puede provocar cierta inflamación en el organismo que aumenta la susceptibilidad de sufrir infecciones respiratorias u otras enfermedades.

Resulta llamativo que el efecto tóxico de los incendios siga produciéndose a grandes distancias del origen. Ello es debido a que cuando más tiempo permanece el humo en la atmósfera, la radiación ultravioleta presente altera la química de las emisiones, generando un mayor número de oxidantes y radicales libres, que aumentan el potencial de daño para la salud, por lo que una mayor exposición conlleva mayores efectos.

Los científicos indican que se trata de un campo relativamente nuevo de investigación, del que queda mucho por aprender, especialmente con el aumento de la actividad de los incendios forestales a medida que el planeta se calienta.

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