El reciente boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre la calidad del aire y el clima, publicado en septiembre de 2024, se centra en la interrelación entre el cambio climático, los incendios forestales y la contaminación atmosférica, creándose un círculo vicioso “cuyas consecuencias negativas para la salud de las personas, los ecosistemas y la agricultura no dejan de agravarse”.
Según el informe, el cambio climático y la calidad del aire están tan íntimamente ligados que no pueden tratarse por separado, debido a que los contaminantes del aire se emiten por lo general junto con gases de efecto invernadero y se depositan sobre la superficie terrestre, alterando la salud de los ecosistemas y con ello perjudicando la salud de la población. Es por ello, que según dicho boletín “las medidas contra la contaminación atmosférica y las destinadas a luchar contra el cambio climático se refuerzan mutuamente”.
Por otro lado, se indica que el material particulado que se encuentra en el aire ambiente supone un gran impacto también para la agricultura, ya que provoca una disminución de la productividad de los cultivos de hasta un 15% en zonas muy contaminadas como China o India, pudiendo resultar crítico en regiones donde alimentar a la población es de vital importancia. Esta merma en la producción, se debe principalmente a que la contaminación del aire reduce la cantidad de luz solar que llega a la superficie de las hojas y bloquea físicamente los estomas de las hojas, encargados de regular el intercambio de vapor de agua y dióxido de carbono con la atmósfera. En sentido contrario, la agricultura es una fuente de material particulado a través de la quema de rastrojos o la aplicación de fertilizantes, entre otros.
Finalmente, el boletín establece la relación entre los incendios y las otras dos variables que forman el círculo vicioso. Así, establece que el incremento de la frecuencia e intensidad de las olas de calor y sequías prolongadas debidas al endurecimiento del cambio climático afecta indirectamente a la producción y propagación de los incendios forestales, que al mismo tiempo incide negativamente en las plantas, los ecosistemas y los cultivos, así como en la calidad del aire, por la mezcla de sustancias químicas nocivas presentes en el humo de los incendios. Este hecho también genera emisiones de carbono, favoreciendo el incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, lo cual establece un círculo en el que los tres parámetros se retroalimentan.
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